"¿Para qué leer tantos libros? No sirve de nada. El libro más grande se halla en tu propio corazón. Abre las páginas de este libro inagotable que es la fuente de todo conocimiento. Conocerás entonces todo."
No puede llegarse al Conocimiento sino por medio de la meditación. El aspirante ha de rebuscar hasta en su propia alma, y entonces se manifiesta la Verdad.
Por medio de la meditación regular vas creciendo gradualmente en espiritualidad. La llama divina crece y se vuelve más y más brillante.
La meditación te confiere, gradualmente, la luz eterna y la intuición. Por medio de la práctica constante de la concentración y la meditación, la mente se vuelve tan pura y transparente como un cristal. El estrépito de la lucha por las cosas mundanas se va reduciendo más y más al irse uno abstrayendo en el interior de sí mismo. Este nuevo plano tiene sus leyes propias. La música es distinta. Sus notas son muy dulces. Todo aparenta ser mejor.
La pureza del despenar espiritual cambia la perspectiva propia y uno empieza a buscar devotamente sólo aquello que le produzca, a la larga, una felicidad y una paz verdaderas y perennes. La búsqueda de ventajas materiales e inmediatas se vuelve, por tanto, menos urgente.
La meditación te guía más y más hacia el interior de ti mismo, de lo grosero a lo sutil, de ello a lo más sutil, y de ahí a lo más excelso, el Espíritu Supremo.
Al trascender la conciencia del cuerpo meditando en el Señor, uno logra el dominio universal. Todos sus deseos son entonces satisfechos.
La meditación es el único camino real adecuado para alcanzar la inmortalidad y la dicha eterna. La paz y la dicha no pueden hallarse en los libros, iglesias ni monasterios. Sólo pueden lograrse cuando amanece el Conocimiento del Atman.
¿Para qué leer tantos libros? No sirve de nada. El libro más grande se halla en tu propio corazón. Abre las páginas de este libro inagotable que es la fuente de todo conocimiento. Conocerás entonces todo.
Sw. Sivananda en Senda Divina